Billo Frómeta: En Caracas, sólo de piedra.

Tal como diría Aquiles Nazoa: si Venezuela se hundiera alguna vez y quedaran los discos de Billo flotando, se podría reconstruir el país.

Si debemos recordar alguna tonada que describa la ciudad, sin duda nuestra búsqueda debe comenzar con Billo Frómeta. Hablar de Billo es hablar necesariamente de Caracas. Luis María "Billo" Frómeta, dominicano de nacimiento, venezolano por amor, dedicó gran parte de su música a la ciudad que lo acogió como uno de los suyos y que vió nacer una de las orquestas más emblemáticas de la ciudad: la Billo's Caracas Boys.



"De médico, poeta y loco todos tenemos un poco". Esta frase, con su variante: "De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco", describe perfectamente a un joven músico, nacido en Santo Domingo el 15 de noviembre de 1915, que un día decidió estudiar medicina en la Universidad de Santo Domingo, a un poeta que enloqueció de amor por nuestra ciudad capital, haciéndola suya hasta su último suspiro.

Puede ser que su fascinación por la navidad y el año nuevo haya sido determinada por su fecha de llegada al país: 31 de diciembre de 1937, iniciando así su vida y su carrera en Venezuela. La "Santo Domingo Jazz Band" mutaría momentaneamente en "Billo's Happy Boys" para luego tomar su nombre definitivo: "Billo's Caracas Boys". Sin duda alguna, Billos, Caracas y navidad son términos mutuamente incluyentes.

Desde su llegada hasta 1988, este gran músico trabajó arduamente e hizo bailar a Venezuela entera, algunos países del caribe y las Islas Canarias. Tuvo incursiones en cine, siendo su primera aparición junto a la orquesta en  "Taboga", donde interpretan el tema que le da nombre al film.  Incluso, tan popular fue la banda que durante 5 años tuvo su propio programa de radio: "A gozar Muchachos", en Radio Caracas Radio, animado por el inolvidable Musiú Lacavalerie. En 1955 se convierte en cofundador de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (SACVEN), y por si fuera poco, la orquesta fue reconocida con un record Guiness por el concierto realizado en Santa Cruz de Tenerife en 1987 junto a Celia Cruz, donde reunieron a más de 250.000 personas.

Pero así como vivió sus momentos de gloria, tuvo que pasar por momentos difíciles. En 1957, la Billo's Caracas Boys se disuelve debido a problemas con los patrocinantes de su programa de radio, el cual también desapareció. Además, en 1958, luego de la caída del régimen de Marcos Pérez Jimenez, la Asociación Musical del Dtto Federal y Miranda le prohibió actuar en Venezuela de por vida, debido a que fue contratado por simpatizantes y miembros de la dictadura perejimenizta.

Sin orquesta y sin posibilidades de tocar en el país,  hace amistad con un jovencisimo Renato Capriles, con quien trabaja brevemente antes de volver al ruedo. En 1960 deciden quitar el veto y reune a la orquesta, teniendo entre sus filas a virtuosos de la talla de Guillermo "Memo" Morales, Felipe Pirela, Alfredo Sadel, José Luis Rodríguez "El Puma", Rafael Araque, Humberto Zárraga, José "Cheo" García, entre otros.





La última vez que Billo se paró en un escenario fue aquel 27 de abril de 1988, cuando ensayaba junto a la Orquesta Sinfónica de Venezuela para su presentación al día siguiente, en el Teatro Teresa Carreño. Ese 27 de abril, luego de tocar la pieza "Un Cubano en Caracas", los músicos le ofrecieron una sentida y eufórica ovación de pie. El maestro, producto de la emoción por tan inesperado gesto, cae en un sueño del que no despertaría.




Mucho se sintió la muerte de Billo, aquél 5 de mayo de 1988. Mis vecinas lloraban, se preguntaban "¿Qué sería del fin de año sin Billo?". De alguna forma yo también, a mi corta edad en ese momento me preguntaba lo mismo... Desde que tengo memoria, la Billos Caracas Boys sonaba en cada casa que íbamos a visitar luego de darnos el abrazo de feliz año, costumbre que lamentablemente se ha perdido un poco gracias a esa violencia y decadencia que abrazó a la ciudad y que el propio Billo no vio venir.


Un busto en la Esquina de Padre Sierra es el mezquino homenaje que se le ha dado a este músico ejemplar. Un eterno enamorado de la sultana del Ávila, que irónicamente dedicaba notas sabrosas a los Navegantes del Magallanes.  Un dominicano más venezolano que muchos. Un hombre que hizo que el venezolano aprendiera a querer su propia música y al mismo tiempo lo encariñó con su merengue natal. Un nombre que al ser pronunciado solo transmite alegría y trae buenos recuerdos. Un personaje de esos que necesitamos con urgencia en esta Caracas tan hostil, ávida de poesía. Un hombre que sólo quería ver una Caracas más grande que la que él conoció. Un hombre que supo describir una Caracas hermosa de la cual sólo queda el recuerdo. Créame: hace falta más que un busto para poder homenajear a este eterno enamorado de Caracas.

Comentarios

  1. Excelente como siempre en tus análisis... casualmnte leo el artículo 28 años despues de su última actuación... tu amigo el bombero...

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  2. En que lugar crees que se le debería rendir tributo y de que manera? el bombero.

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